La tecnología tiene un fuerte peso en esto, ya que nos hemos vuelto esclavos de la misma, nos hemos aislado del mundo y de su entorno, lo que ha provocado el fin de la comunicación. Vivimos una lógica de pantalla, en la que nos queremos sumergir y vivir, mientras el mundo a nuestro alrededor se cae.

Han habido dinámicas y transformaciones en la comunicación, de tal manera que esta se ha convertido en una varita mágica, porque todo lo que toca lo transforma. Esa transformación es una inoperancia, se ha creado la ignorancia y vivimos en la era de la confusión, por el exceso absurdo y ridículo de información.

El poder mediático configura nuestra forma de ser y pensamos como piensan los medios de comunicación, que a su vez, establecen patrones de que es malo o bueno y de lo que es feo o bonito. Además se basa en estéticas y formas que toma la comunicación en nuestras sociedades. “La comunicación (…) ha sido como una enfermedad en relación con la cual las sociedades más cultas y de más prolongada tradición democrática están desarrollando anticuerpos” (Perniola, 2006:15). Nuestra capacidad de pensar es muy limitada y el desarrollo tecnológico avanza muy rápido.
La estrategia de la comunicación se ha reducido al ruido, con rumores y chismes, para tratar de ocultar lo que hay de bajo y ha sometido a las personas a una nueva forma de vida. “En la comunicación hay un secreto: este consiste en tornarse invisible por exceso de exposición” (Perniola, 2006:22).
Mario Perniola y un libro que ataca la comunicación como generadora de más tráfico http://t.co/t1330hh2 para no pensar
— Martín Santiváñez (@martinsanti) junio 10, 2012
En conclusión, Perniola propone que recurramos a las estéticas de las cosas, es decir, su origen y esencia, para poder ver más allá de lo que se nos impone, mediante nuestro propio pensamiento. Al igual que aplicar la sensología, ya que mediante el sentir se puede interpretar al mundo.
Referencia
Perniola, M. (2006). Contra la comunicación. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.